miércoles, 23 de diciembre de 2009

DOLOR E HIPNOSIS




La imagen de la hipnosis como un método casi esotérico ha sido la culpable de que esta técnica haya sufrido graves discriminaciones tanto en ámbitos médicos como psicológicos.

En este artículo, pretendemos, a través del estudio de abundante literatura científica que existe sobre este tema, mostrar la eficacia de la hipnosis en el tratamiento del dolor. Igualmente, nuestro objetivo ha consistido en arrojar luz sobre los aspectos más cuestionados en torno a la hipnosis: ¿qué tipos de dolor se pueden tratar mediante hipnosis?, ¿qué sugestiones son más útiles para el tratamiento del dolor?, ¿qué tipo de paciente se beneficia mediante la aplicación de la hipnosis?, y ¿qué procesos pueden explicar la efectividad de la hipnosis en la disminución del dolor? El análisis de estas cuestiones nos permite concluir que, aunque todavía es necesaria más investigación en este campo para contestar de forma definitiva estos interrogantes, sí podemos afirmar que la hipnosis se muestra eficaz en el tratamiento del dolor. Deseamos que la creciente acumulación de datos empíricos sob re esta materia, destierre la mala prensa que ha sufrido la hipnosis y le permita la entrada a los hospitales y, en general, a cualquier centro donde se trate el dolor.


¿QUÉ TIPOS DE DOLOR SE PUEDEN
T R ATAR MEDIANTE LA H I P N O S I S ?

Cuando se afirma que el dolor se puede disminuir o incluso eliminar a través de la hipnosis, ¿a qué tipo de dolor se hace referencia? La respuesta es que se refiere tanto al dolor agudo como al crónico. Existen
numerosos estudios que corroboran la eficacia de la hipnosis para el alivio del dolor. Queremos resaltar aquí la investigación llevada a cabo por Montgomer y, DuHamel y Redd (4). En este estudio, se llevó a cabo un metaanálisis de 18 artículos, analizándose los resultados de 933 participantes. El tipo de dolor que presentaban era de muy diversa índole, tanto dolor agudo (cold pressor test, procedimientos radiológicos,...), como dolor crónico (oncológico, cefalea s , . . . ) .
Los resultados indicaron que la hipnosis aliviaba el dolor al 75% de los sujetos.

Si nos centramos en las investigaciones que estudian el dolor agudo, comprobaremos que una gran parte de ellas analizan concretamente el dolor postoperatorio.

Generalmente, en estos estudios la hipnosis se emplea antes de la cirugía y a los pacientes se les dan sugestiones de bienestar para después de la misma. Se comparan los pacientes en los que se ha
aplicado la hipnosis con pacientes controles y se comprueba cómo el dolor postoperatorio, medido a través de pruebas objetivas, es menor en los pacientes previamente hipnotizados (5-9).

En cirugía, la hipnosis también se ha empleado durante el mismo acto quirúrgico con la finalidad de disminuir o incluso eliminar el suministro de anestesia (10). De hecho, la aplicación de la hipnosis en cirugía no es ni mucho menos reciente, pues ya en 1843 John Elliotson (11), publicó un trabajo donde describía numerosos casos que fueron intervenidos q u i r ú rgicamente sin dolor. También Esdaile, en la misma época, consiguió realizar numerosas intervenciones quirúrgicas sin dolor. En aquella época la anestesia todavía no había sido descubierta por lo que cualquier intervención se convertía en un asunto sádico. Sin embargo, las experiencias de estos médicos ingleses que hubieran podido ser muy bienvenidas, se tacharon de fraudulentas. El descubrimiento de la anestesia en aquellos años, las relegó definitivamente
al olvido.

Si nos centramos ahora en el uso de la hipnosis para la disminución del dolor crónico, esta técnica se ha empleado en pacientes con cefaleas, dolor lumbar, dolor oncológico, fibromialgia,... (15,16). Normalmente, la hipnosis se emplea dentro de un tratamiento cognitivo-conductual más amplio (17-19), cuyos objetivos suelen ser:

—Reducción del dolor.
—Reducción de la medicación.
—Aumento de la actividad y el ejercicio físico.
—Aumento de la práctica de la higiene postural.
—Reducción de la ansiedad y la depresión.

Para conseguir dichos objetivos se utilizan distintas técnicas que se pueden englobar en tres grandes bloques:

informativas, cognitivas y conductuales. Respecto a las técnicas informativas, consisten básicamente en suministrar información que se refiere principalmente a los mecanismos del dolor. Las técnicas conductuales se centran en marcar objetivos conductuales (sobre todo
referente a actividades distractoras) y en aplicar refuerzo por los avances en la consecución de dichos objetivos.

Y respecto a las técnicas cognitivas, consisten básicamente en la reestructuración cognitiva de los pensamientos catastrofistas que provoca el dolor y se logra de inmediato la modificacion de la conducta

No hay comentarios:

Publicar un comentario